lunes, 11 de julio de 2011

Esta integración plena a la vida social siempre implica un esfuerzo extra de parte del homosexual o la lesbiana, es verdad. Pero un esfuerzo extra que redunda en su propio beneficio físico, psicológico, social, cultural. Esfuerzo extra que es una construcción trabajosa, porque lo y la confronta con su propia decisión de salir al mundo respetando su identidad, e implica lidiar cotidianamente con el prejuicio social, y más aún con estructuras de poder destinadas a mantener el statu quo.

FEDERACIÒN DE PROFESIONALES Y EMPRESARIOS DEMOCRATICOS A.C.
Av. Corregidora Nº 1936 Ote Zona Centro Torreòn Coahuila Tel. 87-11-08-38-45 

La inseguridad reinante profundiza nuestros miedos, pero también nuestras actitudes discriminatorias. Inseguridad que es fruto de la marginalidad y de una sociedad que ha dejado de lado a casi la mitad de su población: sin educación, sin trabajo, sin oportunidades



 
La homosexualidad ha estado presente en el mundo desde tiempos muy antiguos.

¿Que es homosexualidad?


La inseguridad reinante profundiza nuestros miedos, pero también nuestras actitudes discriminatorias. Inseguridad que es fruto de la marginalidad y de una sociedad que ha dejado de lado a casi la mitad de su población: sin educación, sin trabajo, sin oportunidades.
La homosexualidad es la atracción sexual hacia personas del propio sexo. En cromosomas, hormonas sexuales y constitución física los homosexuales son normales.



En el apogeo del psicoanálisis de Sigmoud Freud, se pensó que la homosexualidad se debía a factores hereditarios, pero esta hipótesis hoy ha sido científicamente desechada. Los homosexuales son biológicamente normales, lo que no es normal es el ejercicio de la homosexualidad.


Es de advertir que el homosexual tiene instintos heterosexuales; lo que ocurre es que se le bloquean por alguna razón, que puede ser un complejo de inferioridad, falta de madurez o ruptura familiar.


Quienes de verdad se empeñan en luchar contra ese complejo, aun en casos de transexualidad, en uno o dos años acaban con sus obsesiones. Para dar la impresión de normalidad, hay quien asegura que quizá uno de cada cinco hombres tiene "tendencias" homosexuales, pero las estadísticas lo desmienten y afirman que en realidad no pasan de un uno o dos por ciento.



Una de las principales causas de la homosexualidad es la falta de madurez. En la pubertad, puede tratarse de un fenómeno transitorio; pero hay casos en que la homosexualidad se arraiga en los primeros años de juventud. 


Este hecho ha llevado a algunos a pensar que no tiene sentido procurar desarraigarla. La teoría más en boga es que la homosexualidad se basa en una perturbación del llamado "sentido de identidad sexual". 



La realidad demuestra que los homosexuales están afectados no sólo en su faceta sexual, sino en todo su mundo emotivo. Su vida emotiva coincide mucho, por ejemplo, con la de tipo ansioso, compulsivo o depresivo, caracterizada por depresiones, nerviosismo, problemas relacionales y psicosomáticos. 



No son capaces, en determinados aspectos de su vida emotiva, de madurar y de ser adultos y, pese a querer aparentar jovialidad y alegría no son felices interiormente. La causa no está en la discriminación de la que se quiere acusar a la sociedad que les haría "víctimas" de ella, sino en fuerzas que actúan en el interior mismo de los interesados.



¿Es posible curar la homosexualidad?



Definitivamente no es fácil, porque no lo es, pero no hay que dejarse llevar por planteamientos fatalistas, ni siquiera en los casos en que las tendencias homosexuales son intensas y están muy arraigadas.


La idea de que el homosexual no puede cambiar suele responder más a una reivindicación de grupo que a una realidad orgánica o fisiológica.



Existe abundante experiencia clínica de que la homosexualidad se puede superar con una terapia adecuada.



La necesidad es de que el humano con estas tendencias adquiera una visión clara de su propia identidad y su mundo afectivo; luego, lo lleva a afrontar la situación: llevamos a que las personas se reían de sí mismas ( el humorismo puede ser muy saludable) y que adquieran hábitos positivos: valentía, honestidad consigo mismo, autodisciplina, capacidad de amar a los demás; hasta lograr que el homosexual pierda sus hábitos neuroinfantiles.


El homosexual tiene también instintos heterosexuales, pero que suelen ser bloqueados por su convencimiento homosexual. Por eso, la mayor parte de los humanos que lo desean verdaderamente y se esfuerzan con perseverancia, mejoran en uno o dos años, y poco a poco disminuyen o desaparecen sus obsesiones homosexuales, aumentan su alegría de vivir y su sensación general de bienestar.


Algunos acaban por ser totalmente heterosexuales; otros padecen episódicas atracciones homosexuales, que son cada vez menos frecuentes conforme toma fuerza en ellos una afectividad heterosexual.



Lo que si es cierto es que supone un esfuerzo tan grande que les obligará a llevar una vida muy difícil. Incluso para los homosexuales más graves, no hay otro camino de liberación que luchar por corregir sus inclinaciones desviadas. Hay que tener en cuenta que rendirse a esas tendencias, con la consiguiente búsqueda constante de contactos y de relaciones -que suelen ser inestables y frustrantes por su propia naturaleza-, desemboca a la larga en una espiral de mayor insatisfacción. 


Dejarse llevar produce una angustia aún más grande, pues lleva a una vida de profundos desequilibrios afectivos, disfrazados quizá por una satisfacción aparente, pero que acaba conduciendo una mayor desesperanza y un mayor deterioro psíquico.


¿Cómo asumir la cruz de la propia condición?


Viviendo la castidad, un sacrificio que les proporcionará como beneficio una fuente de autodonación que los salvará de una forma de vida que amenaza continuamente con destruirlos. La actividad homosexual impide la propia realización y felicidad, porque es contraria a la naturaleza. Es cierto que en los casos más graves quizá no sean aptos para el matrimonio, pero siempre son aptos para amar -de otra manera- a los demás, y así pueden vivir incluso con un amor mayor que el que reina en muchos matrimonios.




La exigencia de la castidad no cosa fácil. Es muy factible que los homosexuales encuentren mucha dificultad para curarse y se abandonen a esas tendencias. Porque además, muchos se niegan a considerarlo una enfermedad, y señalan que es genético.


Hace más de un siglo que se busca un origen genético a la homosexualidad, y los avances científicos indican más bien que no lo hay. Los últimos descubrimientos en el mapa genético reafirman cada vez más la libertad del ser humano. "la maravillosa diversidad de los seres humanos no está tanto en el código genético grabado en nuestras células sino en cómo nuestra herencia biológica se relaciona con el medio ambiente".


"No tenemos genes suficiente noción de un determinismo biológico, y es altamente improbable que puedan existir genes específicos sobre el alcoholismo, la homosexualidad o la agresividad. Los hombres no son prisioneros de sus genes, sino que las circunstancias de la vida de cada individuo son cruciales en su personalidad".


La homosexualidad no es genética, sino sobrevenida. Y las terapias de curación de la homosexualidad tendrán más éxito en unos casos que en otros, pero eso no tiene nada de extraño. 


Hay muchas enfermedades, como el asma o la artritis reumática, por ejemplo, que por el momento no siempre se pueden curar. Pero ningún médico serio concluiría que no tiene sentido someter a esos pacientes a un tratamiento, o estudiar nuevas posibles terapias. Abandonarse a las tendencias homosexuales no es un estilo de vida alternativo recomendable para nadie.


¿Es o no una enfermedad?


La homosexualidad no es una condición estable ni satisfactoria. No es libertad: es una adicción emocional.

En las últimas décadas, sin embargo, se ha impuesto una especie de férrea censura social que tacha de intolerante todo lo que contradiga la pretensión de normalidad defendida por determinados grupos homosexuales muy activos.


Estos grupos de influencia presentan el estilo de vida homosexual de modo casi idílico. esto no es más que simple propaganda, pues cuando se escucha la historia personal de homosexuales se ve claro que en ese género de vida no se encuentra la felicidad. La otra cara de la moneda, que tantos se empeñan en silenciar, es la ansiedad, los celos, la sensación de soledad o las depresiones neuróticas, por no mencionar las enfermedades venéreas y otras patologías somáticas.


Se habla tanto y tan desenfocadamente de la homosexualidad, que empieza a ser un tema de seria preocupación en bastantes adolescentes, que están empezando a creer que tienen tendencias homosexuales. Y otro problema añadido es que pocos se atreven a hablarlo a tiempo con la persona adecuada.


No es extraño que un adolescente sienta en algún momento unas leves tendencias homosexuales debidas a algún pequeño problema del desarrollo, habitualmente pasajero y que pronto queda en nada. Pero si a esa chica o ese chico se le ha hecho creer que la homosexualidad es de origen genético y que es algo permanente, y que es incurable, esa idea puede provocar que ese adolescente convierta un sencillo y circunstancial problema en una profunda crisis de identidad sexual, y acabe por orientar su vida en una dirección equivocada.


Esas crisis de confusión sobre la identidad sexual en la adolescencia no son difíciles de superar, con o sin ayuda médica, según la gravedad del caso. Lo que sería un gran error es aconsejarles que asuman la condición de homosexual como algo normal y definitivo, y animarles a que desarrollen su sexualidad en ese sentido.


Cuando se afirma que las personas con inclinaciones homosexuales no pueden sino actuar según esas inclinaciones, en el fondo se está negando a esas personas lo más específicamente humano, que es la libertad personal. Quizá no son responsables de sentir esas inclinaciones, pero sí serían responsables de practicarlas y contribuir así a reforzar su tendencia, con lo que se hacen un daño grande a sí mismos.


Siempre hay que procurar ser comprensivo con quien no logra remontar una dificultad, de cualquier tipo que sea, pero negar por principio que pueda hacerlo demuestra considerar en muy poco al hombre. Sería una actitud pesimista y triste, y además muy poco tolerante.



Las inclinaciones homosexuales son objetivamente desordenadas, y por tanto es inmoral realizarlas, pero el homosexual como persona merece todo respeto. 


Una persona homosexual es portadora de una cruz singular. No es fácil dar al asunto mejor explicación que al hecho de que tantas personas sufran enfermedades o limitaciones físicas o psíquicas de cualquier índole, y que a veces tanto cuesta entender y aceptar.


También hay gente que por ambiente o por educación, o por otras razones, han caído en el alcoholismo, o en la droga, a veces sin demasiada culpa por su parte. Y todos ellos deben soportar esa cruz, y procurar salir de esa situación, sin tomarla como justificación para llevar un estilo de vida abandonado al error.


Esas personas han de ser ayudadas para que puedan ser plenamente felices. Y su necesidad principal no es el placer sexual, sino la alegre y necesaria certeza de sentirse queridas, comprendidas y aceptadas personalmente. Pero la solución no son las relaciones homosexuales.


Lo único que se alcanza con ellas es entrar en un círculo vicioso, pues la necesidad, no sólo sexual sino afectiva, no queda satisfecha.


VIDEO 1 


VIDEO 2


VIDEO 3


VIDEO 4


VIDEO 5


VIDEO 6





 ATENTAMENTE
Alberto Lara Noriega
Presidente

"EL SERVIR VOLUNTARIAMENTE ES UNA ESCUELA CREADORA DE CONCIENCIAS"
 

1 comentario:

Anónimo dijo...

homosexual es el que quiere.fdo.cesare